Viendo que todas las marchas nos parecen cortas, decidimos
este domingo irnos andando hasta Plasencia. Ni nos importó la
lluvia, ni el cambio de hora, ni la distancia, 42 km.
Todo estaba planeado al milímetro; el itinerario, la comida,
los paraguas, coche escoba. Pero olvidamos lo más importante,
el instrumento que daría fe de nuestra hazaña: la cámara de fotos.
Estas se hicieron con el móvil, y no hacen justicia a esta ruta
atestada de flores, encinas, monumentos; de campos extensos
llenos de verdes, blancos y amarillos; de encinas y alcornoques
con los troncos viejos y retorcidos; de canchos gigantescos
recubiertos de musgo;de rabilargos, carboneros y cigueñas; de
caminos tantas veces hollados y hoy tan olvidados y solitarios.
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